Ayer llovió toda la noche...


- Realmente me gustó lo que haces.
- Gracias
- Deberías hacer, inscribirte... bla bla bla bla


Dejé de escuchar, y tomé un trago de cerveza, dije si a todo.
A veces es mejor aceptar que nadie te entiende.

Subí de nuevo al escenario,
con luces y toda la parafernalia de un rockstar,
tres docenas de ojos mirándome, quizás eran menos, creo que uno era tuerto.

"Puedo escribir los versos mas tristes esta noche... pero no. 
Dicen que escribir es un trabajo, pero no, escribir es ir viviendo así de fácil. 
Me dicen que yo escribo, pero no, yo leo y por eso escribo, 
porque leo y voy viviendo, eso no me hace escritora pero si vividora."

Y es que escribir se vuelve necesario después de una noche de lluvia constante,
después de oír el goteo incesante de un cielo rojo con relámpagos inesperados
y truenos que retumban en el alma.

Después de la lluvia llamaste cual cobrador de banco de tarjetas sobregiradas,
"Tenemos cuentas pendientes por saldar". 
Se me secó la boca,
después de hablar contigo por una hora
tratando de convencerte de acortar los plazos de pago fijo.

Descubrí que a pesar de la lluvia
siempre hay deudas que se deben saldar lo antes posible.

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