agua

GASEOSO
Nos paseamos entre los vapores inmortales de otros, los que viven a nuestro alrededor; los que evaporan su cuerpo en un amor total, completo, nos hacen sonreír, entre la humedad de su amor gaseoso. Entre los sudores provocados por un beso lento, profundo e inquisidor.

El beso es arma suficiente para desaparecerlos hirviéndolos hasta formar una nube cósmica y llorosa, ansiosa por precipitarse erráticamente sobre la piel. Lluvia amorosa, amor líquido, húmedo, acuoso, bebible. Mojémonos en este amor ajeno.

Finalmente la distancia entre tú y yo no es más que un camino truncado por aguas torrenciales de amor ajeno, con corrientes lentas y urgentes, lodosas y cristalinas, apasionadas y tranquilas. A uno y otro lado de este río febril, mirándonos de orilla a orilla, tratando de crear un puente con períodos cíclicos que nunca terminan por toparnos para soltar este amor sólido que congela las ganas, el tiempo, y tus ojos dentro de los míos.



LIQUIDO
Y dentro de una nube, yo, un átomo personaje perdido entre mil; y tú molécula lábil, sin vernos por tanto tiempo los dos dentro de la misma nube. Hartos nos precipitamos en una lluvia ácida y fría. Y por primera vez nos observamos realmente.

Un pacto de moléculas. Crearemos nuestro propio ciclo, con los estados necesarios. Provocaremos un enlace molecular, una unión impenetrable, sólida, sin espacios entre esto que llamamos ridículamente: tú y yo. Tus moléculas inmóviles sobre las mías. Y veraz, no,… mejor dicho sentirás (que de sentir se trata el amor, mi amor) la temperatura aumentando la energía de nuestros átomos, tanto movimiento quebrantará los enlaces que ansiosos queríamos formar, nos volveremos agua tibia, negándonos a alejarnos totalmente.

Hasta que rendidos por lo que nos rodea, (egoísmo, miedo, inseguridad y un largo etc.) caeremos evaporados, consumidos por nuestra propia cinética. Convertidos en vapor: errante, invisible y deseosos de volver a creer en las coincidencias, encontrarnos en otra nube.


SOLIDO
Tú y yo…