El amor es simple y las cosas simples las devora el viento...

"Me he vuelto callada, y creo que he aprendido a disfrutar el silencio. Pongo doble llave a la puerta, camino cuidando mi espalda, a toda marcha Fumo cuarenta cigarros y un par de copas son necesarias para burlar el insomnio Todos saben que mi vida fue raptada"

El divan de la tía Miguelona

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Soy torpe, he roto todo: mi pierna, mis vínculos con el amor eterno y la taza favorita de mi madre. Mis reglas para llorar. Traigo calcada la muerte en los huesos, es tiempo de confesar.

Yo no tengo ideales.
No es que no crea en ellos. Por el contrario. Acepto felizmente que todos los tengan, ficticios o reales. De los últimos conozco solamente los ajenos. Simplemente llegué tarde a la repartición de ellos.

No tengo principes azules, ni amores vanagloriados, ni cuentos con finales felices, ni poemas que enaltezcan tu sombra o tus labios. No. Yo me conformo con poco, casi nada; un café negro, un vaso de vino, un cigarro a media noche, una sonrisa sin luz, un trago Jack D, un techo con estrellas, una voz que me lea, un secreto en la mano izquierda.

Yo siempre ciega, asi camino, con una rodilla deshecha, opacada entre todas las que brillan llenas de ideales, de sí mismas, de todas esas cosas inciertas.

Sabes... yo prefiero las coincidencias, los principios y finales, la promesa de un hoy y no de un mañana. El sin-miedo de descubrir y enamorarme de tus defectos; y el terror de saber tus virtudes.

Por eso te quiero. Por tu imperfección, por tus malos modos. Tus faltas de ortografía y tu mala letra. Porque no me complementas, y sin embargo me llenas los espacios. Porque eres imprudente y necesario como mis vicios y obsesiones. Porque me haces sentir innegable, tactil, una mujer "no-ideal", que oculta bajo las demas, sabe la verdad.