Aullido... [nada que ver con la generación beat]



"He visto las mejores mentes de mi generación perdidas en la locura". Ginsberg tenía razón. Entonces escucho el terror de la incertidumbre, la droga perfecta: la pertenencia, la seguridad y la decencia. Segura la muerte, seguro que llega.

Camino a la morgue rezo por una equivocación, una mala jugada del destino.

Pero soy así, yo misma estoy enferma de locura y busco lo mismo en los otros. Los únicos que me interesan son aquellos que están verdaderamente locos. Locos por vivir, locos por ser libres, locos por saber quienes son, locos por probar todo, ser parte de todo. Esa errática urgencia que consume, desde adentro, como un corazón latiendo a destiempo.

Penetro la habitación llena de olores raros, una mezcla de salubridad, enfermedad y muerte. Escucho el cuchicheo de las mujeres de intendencia, el ir y venir de las enfermeras y sus zapatos de goma.

Si el mundo se empeña en ser un manicomio, a mi no me interesa, a los locos eso no nos interesa porque cada uno vamos por la orilla del camino, de repente sin mirar saltamos, huyendo de la rutina, del deber ser, de nosotros mismos. Preferible comenzar el fuego que consumirse en la hoguera. La vida es el camino incinerado por la certeza de que no hay futuro, y ahi vamos viviendo esta vida chueca como mis pies, una vida desviada. Una vida insegura, nerviosa, efímera como la aurora.

Camino a la morgue rezo por una equivocación. Y el encargado con mirada indescifrable frío como las noches sin techo, inerte, muerto en vida, abre la puerta del enorme refrigerador con el gesto adiestrado de un robot.

Al mundo hay que enfrentarlo, gritarle nuestra presencia, ser dueños de nosotros mismos y nada mas.
Baste un día, unas horas o toda la vida. Baste que ames o seas indiferente. La vida no se repite en ti, sino en sí misma. La vida esa altanera mentirosa. No estoy loca o quizas si; no soy culpable, o quizas lo soy. Me dejaré colgar todos los adjetivos del mundo con tal de ser feliz. Qué el mundo gire, ruede y se desintegre. Que yo me quiero bajar.


-¿Es él?- he tratado de evitar esta pregunta toda la noche. Esquivar esta bala salir ileso. Mala jugada amigo, game over.
-Sí..., soy yo





Comentarios

Verónica Tapia dijo…
finisimo esto, saluditos!

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