(sin noche)


Ven a mí, sombrío, oscilante como ave urbana, celeste, insondable, subterráneo.
Hijo de las nubes, padre de utopías, vuelve a mi sereno y universal.
Ven a mí que estoy florida, jugosa como caña, ligera como brisa.

Yo que estoy en penumbras, encuéntrame con ese tacto tuyo, tan fino como el ojo de la aguja. Prometo negarme a tu cuerpo, y a mi deseo. Prometo darme al día siguiente, mientras tú te llevas el aire, y vas calculando la vida como el desdén de un huésped errante.


Eres agonía, muerte, renacer, el vértigo en mis piernas, con tu cordial miseria de caricias, y ese gesto amargo de tus manos violentas. Rebelde fuga de súplicas, castigo eterno, yo mujer de fuego y plata líquida, integra y yo misma, sola, pero en ti.

Por eso te pido, ven a crear una noche de gritos y gemidos, aliméntame, provoca el sudor y la melancolía, provócame amor y desfallece sobre este caudal de palabras sin sentido, que es jauría violenta de perros tras de ti.

Mi desdichado niño, corazón cruzado los labios ajenos, olvídate de tu nombre y del maldito nombre de las cosas. Déjate llevar por el ruido de los torsos que crujen como hojas de otoño, convierte la noche en bestia, ábreme como orquídea salvaje. Invéntame esta noche que yo seré aurora y ocaso, detén el tiempo un instante, un momento dentro. Acepto mi derrota, acepta la tuya.

¿Qué no ves hombre sin tiempo, que el amor nos ha vencido

Comentarios

D dijo…
el amor nos ha vencido.....

que frase tan... ahh..

bello.. pero.. triste.. podría haberlo escrito yo si escribiera tan bien como tu...

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